lunes, 24 de noviembre de 2014

Luces apagadas

Osho una vez dijo, que el querer una flor implica saber cuidarla donde esta sembrada, nunca arrancarla, porque serás feliz de momento, porque la tendrás, pero desde el momento que la arrancaste, morirá. Cuantas veces tenemos que torcer nuestras voluntades, cambiar convicciones, caminar en oscuridad, porque estamos movidos por un querer. No hay peor muralla, que aquella que ese querer la pone, tan agreste, tan indómita. La voluntad tambalea, el invierno viene. Los primeros copos de nieve caen, presagiando la tormenta que se avecina, es muy pronto...no, porque, como exploradores, ya conocemos que si queremos seguir en pie, debemos saber huir. La huida no nos hará cobardes, ni mucho menos hombres, los hombres se forman en estas situaciones, donde perseguir un sueño es una esperanza perdida.
Al otro lado de las montañas se encuentran verdes campos con esbeltos pinos, un río suena a la distancia, alimentando la belleza de ese entorno. Ahora entiendo porqué correr el riesgo, porqué arriesgar la vida, pero aprendamos, que si llegamos a ese Edén, y cansados por el camino y el esfuerzo de pasar los obstáculos, y reposemos a tomar un sorbo de esa agua, esté envenenada. Cuidado compañeros, que las más pura de las bellezas, también puede encerrar un núcleo corroído por la indiferencia.

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